Toro por siempre
Se cumplen 22 años de la muerte de Roberto José Mouras. Tricampeón del TC y uno de los ídolos más grandes del automovilismo argentino. También un ejemplo de vida.
El Toro es y era querido y respetado.
Mouras hizo mucho por el automovilismo y por su gente. Nació un 16 de febrero de 1948 en Moctezuma, un pueblo del partido de Carlos Casares. Más tarde realizó sus estudios secundarios en Casares y desde muy joven fue muy querido en esa ciudad.
Amigo compinche, buen vecino, pero con fama de rompecorazones. Alguno aseguran que de ahí surgió su otro mote: el Príncipe de Carlos Casares. Claro que ese título luego pasó a ser el de rey, pero en el TC durante su años de hegemonía en la especialidad.
Como típica localidad bonaerense, en Casares se respira automovilismo. Y en especial Turismo Carretera. Roberto no fue la excepción y de a poco se fue volcando a los fierros. A los 18 años comenzó a competir en categorías zonales ganando por primera vez una carrera a bordo de un Chevrolet 400 de Turismo Mejorado.
En sus inicios a bordo de un Torino.
Más tarde Roberto pasó a la marca de sus amores: Chevrolet. Gestó una gran relación con el preparador preponderante de la marca: Jorge Pedersoli. Junto a Omar Wilke fueron los artífices de la cupé Chevy del equipo oficial de General Motors que condujo el Toro: el mítico 7 de Oro, con el que logró seis triunfos consecutivos. Un récord que aún no fue batido.
Fue en 1976, año en el que parecía que la hegemonía del equipo oficial Ford con Héctor Gradassi y Juan María Traverso caería de una buena vez. La racha comenzó el 9 de mayo de ese año cuando el Príncipe logró su primera victoria en la especialidad. Fue en Bahía Blanca. La racha siguió en la Vuelta de Las Flores, en el semipermanente Luciano Fortabat de Olavarría, en el Gran Premio del Llano corrido en Laboulaye (Córdoba), en San Miguel del Monte y, nuevamente, en el trazado olavarriense.
Con el recordado Chevrolet 7 de Oro.
La activad volvió el 21 de noviembre. Fue una competencia con puntaje especial ya que el ganador se llevaría 24 puntos, como en una competencia de más de 150 kilómetros... El Toro tuvo problemas mecánicos en su Chevrolet y no pudo sumar. La victoria fue para Pirín Gradassi, quien luego repitió en Baires. El cordobés se quedó con su cuarto y último título. Mouras, Pedersoli y Wilke vivieron una gran frustración pero más tarde tendrían su revancha…
Tiradita en ruta y nota con Roberto José Mouras.
Sus preparadores le aconsejaron al Príncipe cambiarse de marca ante el buen rendimiento que mostraban las cupé Dodge GTX. Con este modelo llegó la gloria. Mouras ganó 27 carreras y se quedó con los títulos en 1983, 1984 y 1985. Al año siguiente retornó a Chevrolet, su gran amor.
Siguió siendo protagonista y ganador. El idilio de la gente de Chevrolet crecía a cada segundo. Peleó campeonatos, pero no hubo caso. Llegó la temporada de 1992. Ante el reciente retiro de Oscar Roberto Castellano, su rival de siempre y su álter ego, muchos se preguntaban si Mouras seguiría su camino a fin de año.
Buenos Aires 1992, su penúltimo triunfo.
Sin embargo el mediodía del 22 de noviembre de 1992 en el circuito de Lobos, se fue para siempre. Venía ganado la final, pero un fuerte golpe contra un talud de tierra tras la rotura de una goma delantera izquierda, le ocasionaron heridas mortales. Fue declarado ganador post mortem. Esa fue la victoria número 50 del Toro. Corrió 259 finales, es decir que festejó en casi una de cada cinco disputadas. Todavía es el segundo más ganador en la historia del TC, superado sólo por Juan Gálvez, con 56 éxitos.
Un hondo pesar causó su partida. Donde más se sintió fue en su tierra, en Carlos Casares. Luego de su deceso se supo de los gestos del gran campeón. El hogar “Mi Casa Grande” es un centro para chicos de la calle ubicado en ésa localidad. Hacia allí iban las zapatillas, los alimentos y juguetes que Mouras compraba en Buenos Aires.
Su humildad lo llevaron a mantener el perfil bajo y no hacer elocuencia de su generosidad. Su hidalguía dentro y fuera de la pista también fue reconocida por sus rivales. “Tuve poca relación con él debajo del auto. Éramos muy ásperos corriendo pero siempre tuvo unos códigos admirables. Lamenté mucho su partida”, aseguró el Pincho Castellano.
Trágico accidente de Roberto Mouras en Lobos 1992 (Video de Rojo 7000).
“Nunca integró la Comisión Directiva de la ACTC, pero todos los martes estaba en la sede. Se tomaba su te y siempre participaba dando su opinión”, recordó el Puma Aventin. “Fue el hijo que me dio la vida”, confesó Pedersoli.
La ACTC le rindió un merecido homenaje con el autódromo que lleva su nombre en La Plata. También dos de sus categorías: el TC Mouras y el TC Pista Mouras. Pasaron 22 años de su partida, pero su recuerdo está más vivo que nunca.
Querido y respetados por todas las hinchadas. Admirado por sus propios rivales. Ídolo de muchos jóvenes que nunca lo vieron correr. El mejor tributo que se le puede hacer es seguir su ejemplo de vida. Gracias por todo Roberto José Mouras.
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